Mi primer contacto con la pintura, fue con las manos, tuve una necesidad interna de pintar, fue una experiencia muy bonita , elegía los colores, tocando el papel donde iba a pintar, el color rojo, me producía frio, no me gustaba utilizarlo. Sin utilizar la mente, dejándome llevar, salían cosas muy bonitas, sin saber pintar ni dibujar. Sentía una conexión con algo superior que no había sentido antes, me desconectaba de todo el aborigen de mi vida cotidiana. No podía dejar de pintar, cada vez que pintaba un cuadro nuevo, tenía sensaciones diferentes. A veces cuando ponía música de fondo, pintaba y sentía la música, algo maravilloso. Ahora después de años sigo sintiendo que es una de mis formas de conectar con la belleza del Alma o Espíritu.